domingo, 21 de junio de 2009

Esta es mi historia. ( Parte III )

Es muy difícil poderle explicar a quien no a vivido algo así; la mezcla de sentimientos que uno vive, la serie de emociones que implica el aceptar que se ama a un hombre que es sacerdote, en mi caso una vez que admití ese hecho inicié un largo camino; mi familia pronto se enteró también y el primer gran cisma tubo lugar, por supuesto aunque mis padres no en esencia católicos les pareció aberrante el que yo me involucrase con un sacerdote, la relación de amistad y confianza que durante años mis padres y yo avisamos tenido se fracturo y yo no tenia idea en aquel momento de lo mucho que marcaría mi vida aquel distanciamiento entre las personas que mas amo y el que se convertiría en el amor de mi vida como mujer, hoy cuando analizo cuanta desesperación había en mi familia al verme envuelta en aquello que sabían que me lastimaría tato me avergüenzo mucho de todo el sufrimiento que les provoqué; pero era innegable; aquel amor estaba ahí dentro de mi como algo que ya era parte de mi alma y al menos de mi parte era un amor muy puro, sin malicia; yo era en aquel momento quien mas lo admiraba como sacerdote, quien mas preocupada estaba por sus sentimientos de culpa, jamás actué con maldad, jamás me sentí compitiendo con Dios, yo sabia que él le pertenecía a Dios en la medida en la que él había elegido ser sacerdote pero jamás sentí que el amor que nos teníamos lo ofendiera, nunca en cuatro años de relación hubo algún contacto de tipo sexual, yo respetaba mucho; muchísimo su posición como sacerdote, mentiría si le dijera que no me cobije muchas veces en sus abrazos, que caminamos de la mano, que nos prodigamos caricias como cualquier pareja de novios, pero jamás, en cuatro años que duró nuestra relación aun a pesar de nuestra naturaleza humana hubo algún contacto sexual, el amor que regia entre ambos era un amor sublime que yo creí que jamás cambiaria la esencia de ninguno; pero no sabia que en eso me equivocaba.

Cada año que pasaba la relación se iba deteriorando más y más; cada año mi situación familiar se veía mas afectada, empecé a vivir estados de depresión agudos, me ájele de la mayoría de mis amistades y de la mayoría de mis actividades, cada año recibía de parte de él una nueva promesa de retirarse del sacerdocio y cada año una serie de acontecimientos que parecían fuera de nuestro control lo impedían, ya fuera la diabetes de su padre, la falla cardiaca de su madre o el intento de suicidio de su hermana menor… cada año de esos cuatro me envolví en la burbuja que me fabriqué para ver y creer lo que quise creer, ignore muchas señales de alerta, me negué ha ser ayudada, sólo podía verlo a él, estaba realmente tan asustada, sabia muy dentro de mi, que el final de aquello no seria bueno, pero me aferraba cada día más, sencillamente cerraba mas y mas lo ojos; volver atrás era aun más aterrador, aceptar la realidad era algo que me provocaba muchísimo más miedo que todo el que hasta entonces había conocido, en tantos años en realidad él no tenia la menor intención de cumplir con su promesa de dejar el sacerdocio, no era muy difícil notar que él tenia una vida cómoda, más halla de su vocación el hecho era real… el tenia una vida grata y tranquila: comida, casa y sustento garantizado, respeto, admiración y consideraciones, el se movía en su ámbito como pez en el agua, disfrutaba mucho de su papel de sacerdote y de la prerrogativas que le conllevaba; pero me costaba trabajo creer o mejor dicho me negué a creer que él preferiría aquello y no las tardes a mi lado conversando, planeando una familia, una vida en común; no sé si pequé de inocente o de egoísta, pero finalmente no estaba yo lejos de atinar a la verdad… él no estaba dispuesto ya a dejar la vida que se había forjado…

Finalmente el ultimo año en el que mantuvimos una relación “formal” el se aventuro a hablar con mi familia, no sé como lo permití y tampoco sé cómo convenció a mis padres de el amor que sentía por mi, cómo ante las reminiscencias y conflictos de todos las años anteriores finalmente ellos también creyeron en él, hoy entiendo que lo hicieron porque no tenían otra alternativa, yo estaba ya hasta el cuello lo aceptaran o no yo ya había apostado mi vida en todo aquello, alguna vez lo he platicado con mi madre y ahora se que mas que convencidos mi padres intentaban abrir una puerta de las muchas que yo le cerré para estar ahí cuando él me dejara caer, por que ellos jamás dudaron de ese hecho; tarde o temprano necesitarían estar ahí porque él me dejaría caer.

Ese año el aseguró por fin dejarlo todo con o sin el conocimiento de su familia, parecía que por fin todo se acordaría, todo se solucionaría…admito que fue mucha negligencia emocional de mi parte lo que me condujo a ese punto, actos de autocomplacencia, auto justificaciones absurdas; pero también recuerdo todos aquellos artilugios de parte de él que me llevaron a creer ciegamente, poemas, cartas de amor que firmaba con las iniciales de su nombre y el mío entrelazadas MW formando una sola letra, ¿cómo? Ser inmune a todo aquello si el corazón le ganaba a la razón, a la lógica y a lo evidente.

Aquel ultimo año fue el peor; tan sólo una semanas después de todo aquel diplay de amor que me había demostrado, y después de mantenerse varias semanas sin comunicación conmigo recibí una llamada de su parte, la recuerdo vividamente después de levantar el teléfono sólo se limito ha saludarme y guardar silencio, yo lo llene de preguntas; cómo estaba cómo estaba su salud etc... pero el seguía únicamente guardando silencio, yo podía escuchar su respiración, casi me lo podía imaginar intentando decirme algo que no lograba verbalizar…y entonces finalmente me respondió… --lo nuestro tenia que terminar-- uno de sus superiores se había enterado y el sería disciplinado siendo enviado a un región pequeña de su país, un pequeño pueblo con mucha inestabilidad social y “grupos armados” ese era su castigo sólo atine y preguntarle si la separación sería definitiva y el respondió –“si; es definitivo”-- entonces sólo pude quedarme muda, lo escuche romper en llanto y en aquel momento una tristeza inmensa inundo mi vida; tristeza que me acompañó mucho; mucho tiempo, sentí que me quitaban el piso y que mi corazón y mi lama se habían desprendido de mi ser, no podía ni siquiera llorar mi cuerpo estaba casi muerto, dejé de sentir cada miembro de mi cuerpo, aquel dolor era tan grande que ni mi propio cuerpo podía reaccionar, ni llorar, ni gritar equivalían a aquel sentimiento tan terrible; lo había perdido todo no sólo a él sino parte de mi vida, me dolía su llanto en lo más profundo de mi ser, me sentía culpable y responsable de lo que yo creí su castigo y degradación como sacerdote, sentía no únicamente el dolor de ver perdida mi vida, sino aun más… ver perdida su vida su vocación el saberlo juzgado por efecto de nuestra relación me atormentaba; pero no quería perderlo; cuando por fin puede hablar le dije – no te preocupes por mi cuídate tu – y justamente eso hizo; dejo de preocuparse por mi y se dedicó a el y únicamente a el; antes de dos meses recibí un par de llamadas de su parte, no parecía ni un hombre preocupado, atormentado ni mucho menos enamorado de mi, me platicaba sobre el pueblo en él que vivía y lo complicado que era tener un marcaje personal todo el día vigilándolo, aquellas llamadas eran profundamente toxicas pues me enfrentaban a una nueva realidad: su desamor hacia mi, su diferencia me hacia pedazos, una sola vez le pregunte – “¿…y ahora que somos?” Él respondió “–somos amigos-“ y volví ha preguntarle “-¿ me amas-?” y él contestó --eres la amiga que mas amo--, aquella respuesta se llevó mi vida yo sentí que mi cuerpo se helaba pero me consideré incapaz de no tomar sus llamadas.

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